jueves, 9 de febrero de 2017

Un demonio llamado Lujuria


Lujuria, hasta hace poco supe como se llamaba aunque siempre estuvo conmigo. 
No llegó sólo, alguien me lo presentó. Sin embargo fue a una edad en la que no estaba preparada para conocerlo, para soportarlo. 
Daba miedo. 
Mucho miedo. 
Con la terquedad de los demonios, él se aferró a mí y se negó a abandonarme. No importaba lo que hiciera. Así que ahora vive conmigo. Se refugia en mi ropa, en mis sábanas, en mis pensamientos. Por lo regular permanece dormido, pero cuando despierta, provoca una tempestad.
Me llena de su suciedad y se ríe de mí.
Por las noches, inyecta en mí su embriagador licor hasta dejarme aturdida, sólo así tengo el valor de convivir con él.
Al principio fue agradable pero para él no era suficiente. Cada vez es más fuerte. Más profundo. Más salvaje.
Me ultraja con suma indiferencia. Me usa a su antojo hasta estar satisfecho.
Entonces, cuando el efecto que produce en mí termina, el placer desaparece y el asco y la culpa me invaden. Me repugna y lloro.
Cuando le reclamo, él dice:
-Pero te gustó, ¿no? - y sonríe. 
Sonríe con una enorme mueca hueca y repulsiva.
La ira se acumula en mi garganta y los ojos me arden de lágrimas.
Cierro los ojos con fuerza. Aprieto los puños hasta que las náuseas desaparecen. 
Hasta que el dolor se va. 
Hasta que él vuelve a dormir y es más fácil ignorar su presencia. 

domingo, 5 de febrero de 2017

Me inspira.



Y de nuevo volví a leer, ese tipo de libros que abre una ventana en mi alma y se deja ver. Ese tipo de libros sinceros que hacen revolotear mis dedos sobre las teclas. Ese tipo de lectura que me hace querer escribir más.
Me gustan ese tipo de libros. Me gusta saber que hay alguien detrás de esas páginas que se siente libre al dejar que sus palabras se plasmen en papel.
También me hacen recordar las heridas que tengo en el alma y por un momento gritan que quieren ser curadas. Que ya no quieren ser ignoradas. Y me siento desnuda y lista para dejar que alguien más las vea.
Hacen callar las voces de mis demonios que por un momento se quedan mudos. Así de impredecibles son.
Entonces me envuelvo en las páginas de aquel libro y deseo con todas mis fuerzas expresarme con tanta vehemencia como ellos. Porque se siente como seda que se desliza en las heridas y lejos de causar dolor, dejan una leve sensación de placer.

Una sensación que me inspira.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Lágrimas

 

Fue un buen día.
Estoy segura de eso porque sonreí mucho. Porque no pasó nada malo. Porque hice todo bien. Era un buen día para poder descansar bien por la noche y sin embargo, al cerrar la puerta de mi habitación, cuando ya todos se habían ido a dormir, siento dolor.
Me duele en el interior.
¿Por qué?
Me acurruco en las sábanas y trato de olvidar pero entre más lo hago, más duele. Entonces las lágrimas aparecen, me ahogan con su presencia y me dejan sin respirar.
Ni siquiera sé por qué lloro. Sólo tengo la necesidad de llorar, de sacar todo aquello que llevo en el interior para que la oscuridad no me alcance.
Más es una carrera en la que ya voy perdiendo.
Desahogo mi interior hasta quedarme dormida, así ya no soy consciente de la oscuridad que me envuelve. 

lunes, 18 de julio de 2016

Patito feo


Ayer veía una película americana. La típica que muestra un poco de la vida estudiantil de los chicos que estudian la preparatoria. Las típicas cliché donde la chica fea se transforma en una belleza para robarse el corazón del hombre más sexy de la escuela. Una trasformación del patito feo a un hermoso cisne. 

Recordé entonces que, hace tiempo, me sucedió algo similar. Claro, no tan asombroso como en aquella película o alguna otra. 

Yo misma me consideraba un patito feo. Usar lentes redondos tan gruesos que hacían ver mis ojos más pequeños, siempre peinada con el cabello recogido y vistiendo el uniforme de la escuela como debe ser. No es que eso estuviera mal, es sólo que muchas veces me hicieron sentir que lo era. 

Las palabras son crueles y tienen el poder incluso de volverte invisible ante una multitud de gente. El autoestima lo tenía por lo suelos, mi orgullo como mujer (ni siquiera sabía que existía en ese momento) estaba dañado y no tenía remedio alguno, o al menos eso me decían. 

Por esa época, esperaba ansiosamente pasar de oruga a mariposa, pero no tenía idea de cómo eso podría suceder. 

Un día, un chico me dijo: 
-Te verías bien si te peinaras con el cabello rizado. 

Era la primera vez que alguien se fijaba en mi apariencia, así que le hice caso. ¿Por qué? Bueno, mis años en esa escuela estaba por terminar y en la ceremonia de clausura parecía un buen momento para hacerlo. También porque me gustaba ese chico y quería sorprenderlo. Conseguir tal vez algún halago o una sonrisa suya. Quería verme diferente ese día para que todos me recordaran así. (Sólo el peinado porque nos prohibían usar otra ropa que no fuera el uniforme escolar).

Días posteriores rogué a mi madre para que comprara una tenaza rizadora y le insistí que practicara para que ese día quedara hermosa. Como ella me quiere mucho, lo hizo. Me esforcé mucho para que resultara lo mejor posible.

Cuando llegó ese día, ¿adivinen qué pasó?

El peinado no fue esplendoroso pero tampoco se veía mal. Noté un par de miradas de sorpresa y ya.

Nadie dijo nada. 

Ni mis amigas. 

Ni los profesores. 

Ni el chico en cuestión.

Sin halagos. Sin sonrisas. Sin comentarios. No fui sorprendente. Sólo un patito feo con otro peinado.

¿Cómo me sentí? Timada. Traicionada. Estúpida.

Mi autoestima había recibido el golpe de gracia con aquella situación. Me sacudió lo suficiente para entender lo que había hecho mal. 

El chico no se equivocó, después de todo, fue un comentario lanzado al aire.

Mi madre tampoco hizo mal, porque cumplió su deber como madre al apoyarme con una decisión,

Fui yo la que cometió el error. Cambié porque alguien me lo pidió. Una tonta acción que me hirió, porque realmente debió ser un cambió nacido por mí y para mí. Porque sin importar lo que piensen otros, yo me sentiría bien conmigo misma. Los halagos ya sería una recompensa extra. 

Ese día fue la gota que derramó el vaso, un vaso que necesitaba ser reemplazado por un contenedor más a mi gusto. Un yo que pudiera ver al espejo y no sentirme mal. 

Cambié mi aspecto exterior, no como lo mostraron en la película, pero ciertamente me siento a gusto con él. Esto también me permitió ser más extrovertida, me dio más confianza y seguridad. Dando el extra de autoestima que tanto necesitaba.

La moraleja de la historia: NUNCA CAMBIES POR ALGUIEN, QUE EL CAMBIO NAZCA DE TI Y PARA TI MISMO. 

martes, 28 de junio de 2016

¿Alguna vez la has dicho?



Estoy bien. Esa es la mentira más común entre los humanos. 

Claro, yo no soy excepción.

Soy una persona rota y no me gusta ver a las personas preocupadas por las fracturas que tengo. Tampoco me gusta que otras las tomen a la ligera y se burlen de ellas. Es por eso que siempre digo que estoy bien. 
Suena raro, ¿no?
No lo hago sólo con la intención de engañarlas, sino para mentirme a mí misma. Entre más lo repito, más lo creo. Dejo de ver mis propias heridas y finjo que no duelen. Que no están ahí. Entonces puedo avanzar.

Incluso si la esperanza me ha abandonado. Si mi propio mundo cae con todo su peso sobre de mí. Si ya no tengo fuerzas para seguir luchando o la vida misma me quite los motivos para continuar.

Aunque por dentro me esté derrumbando y esté a punto de llorar, sacaré mi máscara sonriente y diré: estoy bien.

¿Alguna vez les ha pasado lo mismo?

jueves, 23 de junio de 2016

Inicio: al fin un poco de libertad.


"Y al noveno día, Dios creó las palabras, para que los humanos liberaran sus demonio internos."

Hace un tiempo me encontré con esta frase y mi mente se volvió ruidosa de nuevo. No con las voces de las historias que creo, sino con la mía propia. 
Yo tengo mis propios demonios y de repente, cada uno tenía algo que decir. 
Así fue como abrí este nuevo portal para darles una voz a ellos.
Ciertamente es un gran alivio dejarlos salir. Escondidos consumen la esencia de una persona hasta dejarla muerta en vida.
Lo sé bien.
Lo estoy viviendo.
Al fin puedo dejar de lado la máscara del doctor Jekyll, y liberar por un momento a mister Hyde. 
De lo contrario explotaría por dentro. Jeje.
Liberarme emocionalmente para sanar emocionalmente.

Creo que esto será divertido.